lunes, 15 de junio de 2009

Ensayo sobre la alectura


Ensayo sobre la lectura

La maquina de leer, como la propone Beatriz Sarlo está decayendo y es imposible negar que en su lugar, la sociedad ha encontrado amparo dentro de las pantallas, (como ya había pensado Ray Bradbury en Fahrenheit 451), tan carentes de vida y que, sin embargo, nos recentan a nosotros la manera en que debemos hacerlo; una forma que por cierto es de prisioneros, pues la realidad es aparente y la libertad, limitada. Solo responde a los intereses de las minorías que necesitan una masa idiota, barata y, para colmo, consumista, que fomente su creciente capitalismo, ensanchando cada vez más las distancias entre las ya existentes diferencias sociales.
Como comunidad somos cada vez más ignorantes y más cerrados. Tenemos globalizada la “vida del mas apto”, así pisoteando al que podemos, empobreciendo a los pobres, enriqueciendo a los ricos, discriminando, agrediendo, tratando de llegar a esa cumbre social que supuestamente “cambiará” nuestra vida y nos convertirá en “mejores”, lo lamentable es que esa vida nos fue vendida y la gran mayoría quiere llegar; el problema es cuando matan para enriquecerlo.
Pero no todo es tan oscuro, hay todavía verdaderos súper héroes, poco conocidos y frecuentados en los comics; ellos son los escritores.
“En realidad, considerada como un todo, como una visión total de la vida, la literatura es siempre comprometida.” Así afirma Héctor Tizón en su libro No es posible callar, que en uno de los capítulos habla del rol social del escritor, de su ambición de escribir, de manifestar, de explicar los problemas que invaden a este mundo ciego, sordo y mudo, pues nos ciegan de mentiras, nos abruman con falsedades y no nos dejan hablar, nos prohíben las palabras para así contribuir con la creciente corrupción y con la incómoda realidad que de a poco, nutre la vida de plata, dándole los colores del capitalismo.
Comparto la idea de Héctor Tizón en la que caracteriza al arte como la mayor propuesta del conocimiento, y es tal vez esta, una gran ayuda para poder disminuir este avance de la ignorancia, este avance de la idea de una comunidad idiotizada y consumista. Posiblemente estas grandes personas, estos grandes artistas nos ayuden lograr llegar a esa lejana utopía, por que el arte no constituye otra cosa que esto, un elemento de denuncia hecho para los demás, puesto que si nadie lo leyera, no significaría nada.
Creo que un gran problema es que tratan de homogeneizar la sociedad, Tizón explica esto y sostiene que, de así serlo “toda identidad habría desaparecido por que no habría sujeto. Es la lógica del simulacro, de la transformación económica, social, política y de la pérdida de la experiencia material”. Y aquí nos encontramos con uno de los muros que no dejan a las artes, a la literatura el simple hecho de denunciar; si aceptamos la globalización, ya no tendríamos nada nuevo ni propio que decirnos y no solo se acabará con la literatura o el arte en general, si no también con nuestra propia identidad.
Tizón sostiene una idea algo paradójica de los escritores:
De cualquier manera un escritor pese a todo y siempre hablará, de una manera o de otra, de los mismos temas de que hablaron aquellos que lo predecieron: el amor, la vida, la compasión, el irremediable transcurso del tiempo. Y no dejará de hacerlo hasta que la muerte o la excesiva fama lo silencien.
Así habría que darles las gracias a los escritores, a los músicos, a los pintores a todos los que exponen al arte como una forma de invasión a la política económica neoliberalista que tratan de acabar con los pensamientos de las personas y establecer un pensamiento único. Nosotros también somos capases de escribir, hacer musica y pintar, así podremos ayudar a estos verdaderos dioses que no necesitan de nuestro rezo para realizar algún que otro milagro, si no que necesitan de personas interesadas por escuchar, mirar e ir mas allá de la realidad incomoda que nos rodea.
“Un escritor continuará escribiendo mientras sienta que tiene algo que decir, aun con las ilusiones perdidas, ya que ah apostado a una sola carta. En esto residen sus límites, pero también, quizá, su grandeza” .





Tizón, Héctor, No es posible callar: Un escritor de frontera; Taurus, Buenos Aires, 2004, pág. 70.
Id; pág. 66.

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